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domingo, 18 de diciembre de 2011

EL TREN DE LA LIBERTAD

Dedicado a Jaime y a todos los que aún creen que un mundo mejor es posible.

El pasado martes 13 de diciembre, el Presidente Rafael Correa se dirigió a la provincia de Imbabura para la reinauguración de la vía férrea Ibarra-Salinas. “La operación del tren en este tramo se mantuvo hasta el 2010, con un servicio de autoferro que movilizaba entre 8.000 y 10.000 turistas al año. Ahora con la restauración de la denominada ruta “Tren de la Libertad”, también se reincorpora la operación en locomotora, lo cual permitirá proyectar su operación y la llegada de unos 30.000 turistas por año”[1].

Este acontecimiento ha sido muy bien recibido por los habitantes de la provincia de Imbabura, en especial para aquellos que viven en el Valle del Chota, para quienes el tren es el símbolo de progreso y mejores días. Sin embargo, un ligero inconveniente con uno de los carros del tren, producto de que aún no están firmes los nuevos rieles, fue el motivo de la noticia que llenó diario del país.

“Se descarrila tren en que iba Correa”[2] decía un titular del diario guayaquileño El Universo. El malintencionado matutino resaltaba el insignificante incidente, como si hubiese sido lo único rescatable de tan importante momento para la historia contemporánea del país. Al parecer, a nadie le interesa saber que hace más de cien años, dos visionarios llamados Gabriel García Moreno y Eloy Alfaro Delgado, aunque enemigos políticos, tuvieron algo en común: el deseo de construir una Patria grande, progresista y unida.

A nadie parece interesarle saber, que fueron miles las vidas humanas que se perdieron a lo largo de los trabajos de construcción de una de las líneas férreas más difíciles del mundo. Tampoco se preocuparon en ahondar más en el significado que la palabra “libertad” tiene para los pueblos afrodescendientes de esta zona del Ecuador.  

Los negros del Valle del Chota fueron traídos por los jesuitas en el siglo XVII para trabajar como esclavos en las plantaciones de caña de azúcar. A lo largo de siglos, vivieron en condiciones infrahumanas, vendidos e intercambiados como mercancía.

Mientras tanto en la costa del Pacífico, hacia el año 1553 llegó un barco cargado de esclavos negros que venía desde Panamá y que naufragó frente a las costas de Esmeraldas. Los diecisiete sobrevivientes se adentraron en la selva del Chocó y se declararon hombres libres.

Estos dos grupos conforman actualmente la población afroecuatoriana, una mezcla de costumbres y tradiciones que conjugan lo mejor de África y América. Sin embargo, esto tampoco le interesó a la prensa, sólo la posibilidad de un accidente que pudiera causarle daño al Primer Mandatario.

Al ver las imágenes transmitidas por la Televisión Pública y escuchar los comentarios entusiastas de los beneficiarios me saltaron varias preguntas a la mente. ¿Por qué a los medios no les interesa profundizar en los temas que han sido trascendentales en nuestra historia? ¿Por qué prefieren darle valor a un incidente de rutina, en lugar de resaltar la importancia histórica que el tren ha tenido para nuestro país?

Incluso algunos comentarios malsanos han cuestionado el nombre de la ruta, aduciendo que es ilógico pensar que se llama “Ruta de la Libertad”, cuando vivimos una supuesta etapa donde no existen ningún tipo de libertades.

Mi otra interrogante es: ¿Qué entienden los medios acerca de la palabra libertad?

Hace quinientos años, la humanidad vivió una de las páginas más negras de la historia. La Conquista de América y la posterior expansión de los Imperios como Portugal, España y el Reino Unido, marcó el inicio de un terrible proceso institucionalizado por los Estados dominantes, conocido como “esclavitud”, en el cual millones de africanos sufrieron la sobreexplotación.

“Hacia el siglo XVII hubo un gran incremento en el número de esclavos debido a su importancia como mano de obra, en las explotaciones agrícolas de gran extensión (sistema de plantaciones) en América del Norte, del Sur y, principalmente, en el Caribe. No hay consenso sobre las cifras de la esclavitud en Época moderna, se han propuesto 60 millones de secuestrados, de los cuales 24 millones fueron a parar a América, 12 millones a Asia y 7 millones a Europa, mientras que los 17 millones restantes fallecerían en las travesías”[3].

Algo similar, aunque a otra escala, vivieron millones de indígenas americanos que también fueron víctimas de las más diversas formas de explotación a lo largo de trescientos años de dominio colonial. Entre 1492 a 1530, los indígenas caribeños se extinguieron, producto del maltrato y de las enfermedades introducidas por los españoles.

Sin embargo, nada de esto es importante para los medios de comunicación, a quienes poco o nada les importa profundizar en estos acontecimientos de nuestra historia que contribuyan a crear una verdadera conciencia cívica y ciudadana.

Del mismo modo, este sábado 17 de diciembre pasó desapercibido, nadie comentó nada, los medios callaron y la población pasó inadvertida acerca del hecho histórico que se recordaba.

Hace 181 años, en la hacienda San Pedro Alejandrino, ubicada en la ciudad de Santa Marta, Colombia y propiedad de Don Joaquín de Mier, de origen español, falleció el Libertador Simón Bolívar.

Un venezolano con alma universal que hace doscientos años inició una lucha incansable por lograr el tan anhelado sueño de esta América desgarrada y mestiza, el de la LIBERTAD. Un hombre que entregó su vida y su fortuna a cambio de que su PATRIA GRANDE quedara libre de las garras de los imperios que destruyeron en pedazos a nuestro continente. Pero para su infortunio, la historia no le sería muy justa y murió pobre, abandonado, con una camisa prestada y curiosamente en la casa de un español, hijo del imperio contra el que tanto luchó. Su cuerpo ni siquiera tuvo la autorización de ser llevado a su ciudad natal en  Venezuela, país que lo borró hasta de la lista de sus libertadores. Por algo dijo la frase: “La América es ingobernable… el que sirve a una revolución ara en el mar”. ¡Cuánta sangre derramada! ¿Y para qué? Para que ahora, ¿nadie se acuerde?

Indios, negros, mestizos y blancos participaron de un proceso de luchas y guerras que dieron como resultado, la libertad de nuestro continente. No obstante, a nadie parece importarle eso ahora.

La mayoría de los países latinoamericanos celebraron sus fiestas del Bicentenario entre el 2009 al 2011, pero la pregunta que hago en este punto es: ¿qué ha pasado en doscientos años? ¿Qué es lo que celebramos? ¿Cómo podemos hablar de que los pueblos han celebrado las fiestas bicentenarias, si el sábado 17 de diciembre nadie se acordó de la muerte del más grande representante de la LIBERTAD?

El martes 13 de diciembre fue reinaugurada la más grande obra de ingeniería jamás construida por el hombre en la región Ibarra-Salinas; el tren, iniciado en 1917 y finalizado en 1945, el mismo que unía al norte del país con la capital ecuatoriana y desde allí con el puerto de Guayaquil. Esta obra significó la respuesta al clamor de estas comunidades afroecuatorianas que, aunque virtualmente obtuvieron la abolición de la esclavitud negra en 1851, vivieron más de un siglo en el olvido y el abandono.

Simón Bolívar, al igual que los negros de nuestra América y del mundo, son los mayores símbolos del sempiterno sueño del ser humano, de ser libre, soberano, altivo, con una vida digna, igualitaria, más incluyente.  

Sin embargo, no es posible que los pueblos sigamos viviendo en la ignorancia, que nos dejemos arrastrar por una corriente mediática que en lugar de aportar a la educación ciudadana, se dedican a mancillar el cerebro de la gente con cuestiones irrelevantes y que contribuyen cada vez más al desconocimiento acerca de nuestra historia.

Por ello finalizo estas reflexiones con una frase de Bolívar escrita en el Discurso de Angostura pronunciado el 15 de febrero de 1819: "Un pueblo ignorante es un instrumento ciego de su propia destrucción; la ambición, la intriga, abusan de la credulidad y de la inexperiencia de hombres ajenos de todo conocimiento político, económico o civil; adoptan como realidades las que son puras ilusiones; toman la licencia por la libertad, la traición por el patriotismo, la venganza por la justicia".


[1] Presidencia de la República. “El Tren de la Libertad vuelve a recorrer la vía Salinas-Ibarra”. Artículo publicado en El Ciudadano. 13 de diciembre de 2011. www.elciudadano.gob.ec
[2] Armas, Carlos. “Se descarrila tren en que iba Correa”. Artículo publicado en El Universo el miércoles 14 de diciembre de 2011. www.eluniverso.com
[3] “Esclavitud”, artículo publicado en es.wikipedia.org

lunes, 5 de diciembre de 2011

La Fiesta del chivo vs. La Fiesta del toro

Los pasados 2 y 3 de diciembre del 2011, Caracas, capital de la República Bolivariana de Venezuela, fue la sede la Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC), un evento que congregó a Jefes de Estado y Cancilleres de 33 países del hemisferio. Sin embargo, aquí en Ecuador, prácticamente esta magna cumbre pasó desapercibida. El genio venezolano Gustavo Dudamel abrió el evento con un magnífico concierto de la Orquesta Sinfónica de la Juventud Venezolana Simón Bolívar, orgullo no solo de Venezuela, sino de toda América Latina y del mundo.

Aquí en Ecuador, al parecer, la noticia no fue del interés de nadie.

Quito, la capital del país se encuentra celebrando el 477 aniversario de la fundación española. Hay conciertos en las plazas y parques, serenata al alcalde y al presidente, elección de reinas y hasta promoción de 5 x 1 en Movistar. La ciudad es una locura por estos días. Es sólo caminar por sus calles para encontrarse a cada paso con chivas repletas de jóvenes gritando y bailando las tradicionales canciones quiteñas interpretadas por un grupo español de los años 70. Mientras tanto, un conglomerado de jóvenes protesta en contra de la Feria Taurina Jesús del Gran Poder, la misma que, desde 1961 ha sido el marco general del programa de festejos. Los manifestantes han acudido al municipio con pancartas y carteles en contra de los toros, que este año tienen el añadido de que al final, el toro no muere en público. En la última consulta popular apoyada por el 64 por ciento de los ecuatorianos, se votó en contra de la muerte de los animales en espectáculos públicos, no obstante, para los antitaurinos, esto no es suficiente. Piden la cabeza del alcalde y exigen que se acabe de una vez por todas, la fiesta brava. El Nobel peruano Mario Vargas Llosa, a finales de los años setenta publicó su obra La fiesta del chivo, una novela de corte político, cuyo trasfondo es una dura crítica a la brutal dictadura del dictador dominicano, Rafael Leonidas Trujillo. Hoy, en pleno mes de diciembre de 2011, ciertos “actores sociales” pretenden hacerse escuchar con “La fiesta del toro”, una obra que aunque aparentemente tiene un trasfondo ecologista, no deja de ser, a mi parecer, un tema intrascendente frente a otros de mayor importancia como el hambre en el mundo, el peligro de una guerra nuclear, el cambio climático, o las terribles declaraciones del Representante de “Dios” en la Tierra, aceptando la pederastia y las violaciones a niños como algo “normal en ciertas épocas”.  

Pero, mientras la capital del Ecuador se mueve al ritmo de los antitaurinos y de las fiestas y, el país entero, a través de los medios se contagia del furor quiteño, en Caracas, Venezuela, el 2 y 3 de diciembre de este año se estaba desarrollando la primera Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC), en la cual, además del Presidente Rafael Correa Delgado, también asistieron 32 Jefes de Estado y Cancilleres de todo el hemisferio, exceptuando a Canadá y Estados Unidos.

Sin embargo, esta cita histórica y que marca un hito en la nueva geopolítica mundial, en Ecuador parece que a nadie le interesó.

No se trata sólo porque el Primer Mandatario asistió como representante nuestro, sino porque es fundamental que los pueblos estemos enterados de lo que hacen nuestros gobernantes. La historia del mundo está dando un giro de 360 grados. Ya los países que antes primero fuimos subdesarrollados, luego pasamos a ser del tercer mundo y ahora nos ascendieron a “emergentes”, estamos demostrándole a la humanidad entera que somos la gente del presente, que estamos aquí y ahora dispuestos a enfrentar los retos del futuro.
La CELAC fue creada el martes 23 de febrero de 2010 en sesión de la Cumbre de la unidad de América Latina y el Caribe, en la ciudad de Playa del Carmen, Quintana Roo, México[1].

Con una población total de 550 millones de habitantes y un territorio de más de 20 millones de kilómetros cuadrados, la región que forma parte de la CELAC es una de las más ricas y biodiversas del planeta. Y es que América Latina no es, ni nunca ha sido el continente más pobre del mundo como nos quisieron hacer creer, pero sí el de mayores inequidades. No puede ser posible que dos países pequeños que comparten un mismo territorio, como son República Dominicana y Haití vivan dos realidades tan diferentes. Lo único que los separa es una cordillera, un lago y el idioma. Mientras los dominicanos viven en el espejismo del turismo, de los resorts y de los dólares que ocultan realidades, los haitianos aún no logran reconstruir sus casas después del terremoto del 2010. ¿Por qué si tantas naciones ayudan a Haití, incluyendo a Ecuador, la miseria es cada vez peor en Haití?

En Chile cientos de miles de estudiantes han sido víctimas de la represión por parte de los tristemente célebres carabineros, tan sólo por exigir al Sr. Piñeyra que cumpla con lo que ofreció en campaña: educación para todos.

En Perú los mineros de la región de Cajamarca se oponen al desarrollo del proyecto Minas Congas, en el cual la compañía Yanacocha, con capitales de la estadounidense Newmont, aspira a explotar la mina de oro más grande de Sudamérica.

En Colombia también profesores y estudiantes han salido a las calles para exigir al gobierno de Santos que se transforme diametralmente la educación para que sea universal, gratuita e inclusiva.

En Guatemala se acaban de celebrar elecciones presidenciales, en las cuales, de aproximadamente 7’350.000 electores inscritos, apenas votaron 4’300.000, es decir que cerca de 3’000.000 de guatemaltecos inscritos decidieron no votar y de los que sufragaron, cerca de 300.000 fueron nulos y blancos.

Todos estos acontecimientos nos deben invitar a reflexionar sobre el camino que están siguiendo nuestros países latinoamericanos. Los pueblos están exigiendo cambios, pero no de forma, sino de base y sobre todo, de fondo. Educación y salud universal, gratuita e inclusiva, son dos elementos básicos para el desarrollo de las naciones. Eso es lo que exigen los jóvenes indignados de nuestra América morena, mientras esos guatemaltecos que no votaron, y que de seguro la mayoría fueron jóvenes, le dicen NO a la democracia, pero no a “la democracia”, sino a esa “democracia” falsa que les ofrecen los mismos de siempre y que no representa ningún camino hacia un mejor futuro.

La I Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC) ha sido un magno evento en el que los países de este lado del mundo, han firmado una declaración en la que se comprometen a que esta no sea una cumbre más, ni una reunión más, sino, como dijo la presidenta de Argentina, Christina Fernández: “Yo sugiero que estas cumbres debemos tornarlas un poco más ejecutivas, abordando temas más efectivos, más conducentes a lograr verdaderamente mecanismos de integración; la integración no se va a dar aquí porque estemos hablando discursos[2]”.




La CELAC pretende convertirse en la voz de los países latinoamericanos y caribeños; en un organismo que contribuya a lograr una verdadera unidad y hermandad de los pueblos, fortaleciendo sus relaciones comerciales y culturales. Tan importante ha sido esta cita, que el vocero del Departamento de Estado de Estados Unidos se ha manifestado diciendo que el único organismo que tiene potestad para discutir sobre los asuntos del continente es la OEA y que no ve con buenos ojos el reconocimiento de esta nueva institución.

Es increíble pensar que en pleno siglo XXI, con una dinámica política y económica en constante cambio, aún haya quienes crean que un solo país pueda descalificar a 33 estados que se han pronunciado en Caracas, diciéndole al mundo que América Latina ya tiene su propia voz.




Como nota de esta cumbre cabe señalar que el cierre se hizo con un increíble concierto de la Orquesta Sinfónica de la Juventud Venezolana Simón Bolívar, a cargo del maestro Dudamel, en el que el dúo puertorriqueño Calle 13 presentó su último tema “Latinoamérica”, con una letra desgarradora y que nos invita a reflexionar sobre lo que somos y hemos sido. Al final, su mensaje fue de ser el mensajero de aquellos boricuas que anhelan tener una patria libre y soberana, algo que le valió la crítica de muchos opositores de esta cumbre y que de seguro que les traerá problemas en Miami y en Estados Unidos, donde fueron galardonados con el Emmy.

Sin embargo, mientras Latinoamérica y el Caribe, después de doscientos años,  alzaban su voz en una cumbre sin precedentes en la historia de nuestro continente, en Ecuador parece que a nadie le interesó el tema.  

Para algunos, defender la vida de un toro que de todos modos sirve para la alimentación humana, ha sido más importante que una cumbre que congregó a 33 naciones y cuyas resoluciones definirán el futuro de todos los que somos parte de esta patria grande llamada Latinoamérica.

Por lo menos, La fiesta del chivo de Vargas Llosa tenía un trasfondo, lo que me preocupa es que La fiesta del toro que se ha montado en Quito, no lo tenga y que mas bien se convierta en un tema intrascendente que nos aleje de los temas coyunturales que realmente deberían hacernos pensar.




[1] Tomado de Wikipedia: http://es.wikipedia.org/wiki/CELAC. Consultado el 5 de diciembre de 2011.
[2] Extracto del discurso de la Presidenta Christina Fernández, transmitido por Visión Siete, de la Televisión Pública Argentina. http://www.youtube.com/watch?v=tIiFI8ekI5U. Consultado el 6 de diciembre de 2011.

martes, 27 de septiembre de 2011

¿Estados Unidos o Estados Fundidos?

En 1789 nació oficialmente una nueva nación llamada “Estados Unidos de América”. No obstante, de Estados “Unidos” pasaron a llamarse “Estados Fundidos”. El imperio del norte se encuentra en el peor momento de su historia. Según un reporte del diario El Mundo de España, publicado el 3 de agosto de 2011, la deuda pública de Estados Unidos superó el 100% del Producto Interior Bruto (PIB) del país, un día después de que el Congreso aprobase lo que llaman la elevación tope de endeudamiento y eludiese la suspensión de pagos, según datos del National Treasury (Tesoro). La deuda pública estadounidense pasó de 238.000 millones de dólares, hasta los 14,58 billones de dólares, superando así el PIB registrado en el año 2010, de 14,52 billones de dólares.

Si recordamos la historia, la última vez que la deuda pública de Gringolandia superó el PIB nacional fue en 1947,  después de la Segunda Guerra Mundial.

La subida del techo de endeudamiento por parte del Congreso de EEUU, que estaba cifrado en 14,29 billones, generó una aguda crisis política que amenazó al país con la cesación de pagos y que sólo se solucionó con un pacto bipartidista en el último momento.[1]
Pero, ¿A qué se debe que la denominada mayor economía del mundo esté en crisis? ¿Cómo llegó a estar tan arriba y ahora tan abajo? ¿Cómo es posible que un país con casi 10 millones de Km² y más de 300 millones de habitantes pueda estar tan mal? ¿Por qué si el país se llama “Estados Unidos”, cada uno de los cincuenta estados tira para su lado?
Las preguntas son complejas, del mismo modo que las repuestas. Para entender lo que ha sucedido es importante hacer un balance de la historia de los llamados “Estados Unidos”.
En 1775, un grupo de trece pequeñas colonias que se encontraban en la costa Este de Norteamérica, iniciaron su independencia del imperio británico. Un año más tarde, el 4 de julio, Thomas Jefferson redactó la Declaración de Independencia y en 1777 se estableció un débil gobierno confederado que duró hasta 1789. Es entonces cuando se redactó la primera Constitución política y se nombró a George Washington como primer presidente. Así empezó la carrera de estas trece colonias por conquistar el mundo.

Declaración de Independencia. John Thrumbull. 1817-1818.

Primero iniciaron una lucha genocida que acabó con la vida de miles de indígenas. En 1803 lograron que Francia les entregara el territorio de Louisiana por medio de una controvertida compra. En 1818, parte de Dakota del Norte y Minnesota que seguían en poder británico, fueron cedidos mediante un acuerdo. Un año más tarde lograron persuadir a España que les entregara el estado de Florida. En 1836, el estado de Texas, que había sido parte del territorio mexicano, se separó de México durante su independencia de España y se conformó como una república independiente. Pero los intereses del águila se posaron sobre la frágil nación y en 1845 se anexó a la nueva unión americana.
Un año más tarde y aprovechándose de la situación de caos, los estadounidenses invaden México y desatan una guerra que duró hasta 1849. Luego de una cruenta batalla en la que murieron miles de inocentes de lado y lado, los mexicanos debieron ceder los territorios de Texas, California y Nuevo México.
Mapa de la conformación de los "Estados Fundidos". Fuente: Wikipedia.

En la década de 1860, las disputas entre el sur agrario y el norte industrial sobre los derechos de los estados y la abolición de la esclavitud provocaron la Guerra de Secesión. La victoria del norte evitó una división permanente del país y condujo al final de la esclavitud legal[2].

 Batalla de Gettysburg, litografía de Currier & Ives. 1863.
 Tras el fracaso en la Guerra de Crimea, Rusia quedó tan debilitada que decidió vender por U$ 7,2 millones el territorio de Alaska a los Estados Unidos en 1867. En 1898 adquirieron la República de Hawái.
Para ese entonces, la isla de Cuba se encontraba en pleno furor revolucionario por obtener su tan prologada libertad del yugo español. En ese momento, Gringolandia planeó la estrategia perfecta. Provocaron el hundimiento de un barco gringo llamado Maine, frente a la bahía de la ciudad de La Habana y eso desató la conocida Guerra Hispano-Cubano-Norteamericana. Es decir, Los “Estados Unidos” le declararon la guerra a España y eso tuvo como consecuencia inmediata, la separación de Cuba, Puerto Rico y Filipinas de la Metrópoli. Sin embargo, en el caso de Cuba y Puerto Rico su efímera liberación representó en realidad su anexión a la nueva unión americana que ya desde 1870 se iba perfilando como la mayor economía del mundo, llegando a competir con el imperio británico de la reina Victoria.
Así consolidó la carrera intervencionista en América Latina que ya tuvo sus antecedentes en la Guerra con México y en la Guerra del Pacífico entre Perú, Chile y Bolivia.
En 1914 estalló la Primera Guerra Mundial, momento en el cual los “Estados Unidos” aprovecharon para vender armamento. En 1917 entran de lleno al conflicto, apoyando a los Aliados, después de que Alemania hundiera un barco norteamericano llamado Lusitania, uno de los grandes trasatlánticos de aquella época. Este hecho confirmó el status del país como potencia militar.
 Ejército gringo en la Primera Guerra Mundial. 1917.
Después de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), surgió como el primer país con armas nucleares y un miembro permanente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.
Con la total división del mundo en dos bloques después de 1945 (el pro-soviético y el pro-norteamericano) y el posterior inicio de la Guerra Fría en 1961 que casi nos lleva a un conflicto nuclear sin precedentes en la historia del mundo, el gasto militar se convirtió en un rubro fundamental de la política norteamericana desde entonces hasta nuestros días, llegando al punto de depender económicamente de las guerras.
Pero su intervencionismo no se detuvo ahí. Entre 1964 a 1975, se produjo la Guerra de Vietnam, conflicto bélico que enfrentó a la península de Indochina, dividida en dos repúblicas, la Democrática de Vietnam al norte, apoyada por la URSS y la del Sur apoyada por los “Estados Unidos”. Sin embargo, la horrenda derrota de los norteamericanos no significó el fracaso de su accionar intervencionista en el mundo.
Durante esa época y como parte de su estrategia de control hegemónico, impuso por medio de la CIA a un sinnúmero de gobiernos militares en toda América Latina, lo cual garantizaba el libre acceso a los recursos naturales, principalmente petróleo y gas natural, así como de banano, café y cacao.
La década de 1980 significó otro punto en su ascenso militar mundial, luego de que con la venia de grupos de extrema derecha y el apoyo militar se desató el más terrible conflicto armado del que se tenga memoria en América Central, siendo Nicaragua, Honduras y El Salvador los países más devastados por los horrores de la guerra.
En medio de este proceso de lucha armada, durante la administración de Ronald Reagan, los norteamericanos invadieron la pequeña isla caribeña de Granada, localizada frente a las costas de Venezuela.  

Panfleto con foto y propaganda lanzada por los norteamericanos durante la invasión aérea de Granada en 1983.
Posteriormente, con el cese de la guerra centroamericana y el paulatino retorno a la democracia del resto de países latinoamericanos, aparecieron en teoría los primeros gobiernos “autónomos” que intentaron transformar el curso de la historia.
Desdichadamente, el imperio buscó otras formas de coerción como la imposición de duras medidas económicas planteadas por el Fondo Monetario Internacional y el BancoMundial, dos instituciones que, si bien se supone que son internacionales, tienen como sede a los “Estados Unidos”.
Para la década de 1990, tras el colapso de la Unión Soviética, los “Estados Unidos” se consolidaron como única superpotencia.
El país representa dos quintas partes del gasto militar mundial y es una fuerza económica, política y cultural, líder en el mundo[3].
Pero con toda esta historia de guerras y conflictos de toda índole, ¿cómo es posible que ahora estén tan mal? ¿Por qué de tan arriba se fueron tan abajo? ¿Están los “Estados Unidos” realmente unidos?
A mi parecer dejaron de ser unidos para convertirse en “fundidos”, ya que del mismo modo que han debido fundir todo el oro de sus reservas para poder sostener el gasto militar de los nuevos conflictos bélicos que han desatado en el mundo (Kuwait, Afganistán, Irak, Libia), han hipotecado a la nación y a sus conciudadanos ahogándolos con todo tipo de ajustes fiscales.
Con el dinero que los “Estados Fundidos” gastan en armamento por día, sería factible el que se pudiera pagar la enorme deuda social que se tiene en Somalia, Ruanda y Haití, pequeñas naciones que han sido las víctimas del saqueo de las potencias y de la desidia de los países denominados “del primer  mundo”.
La interrogante que les dejo suelta es…. ¿hacia dónde va la humanidad?


[1] Artículo de El Mundo. http://www.elmundo.es/america/2011/08/04/economia/1312413970.html.

[2] Artículo tomado de www.wikipedia.org
[3] Cohen, Eliot A. (2004). «History and the Hyperpower» (en inglés). Foreign Affairs.com

miércoles, 21 de septiembre de 2011

¡El mundo de cabeza!

En Jackson, estado de Georgia, Estados Unidos, el ciudadano afroamericano Troy Davis fue ejecutado por la justicia de ese país, luego de que un fallo de la Corte Suprema dictara la pena de muerte a un hombre que fue acusado por matar a un policía en 1989, aún cuando muchas pruebas apuntaban a su inocencia.

Toda la prensa internacional le ha dado cobertura a este evento, y entonces me hago la pregunta: ¿es este un acto de justicia?.


Mientras esto sucedía en Georgia, al norte del país, en Nueva York se reunía el foro de las Naciones Unidas en el cual el presidente Barak Obama manifestaba su irrestricto apoyo al Estado de Israel, debido a ser un país donde viven 8 millones de almas que han sido odiadas y perseguidas a través de su historia. De igual manera, monssieur Sarkozy de Francia añadió en su elocuente intervención, que su país estará dispuesto a apoyar a Israel en cualquier caso que crea conveniente. Ambos discursos negaron la posibilidad de que exista un estado de Palestina, contraponiéndose al pedido unánime de otros países como Argentina, Bolivia, Ecuador, Venezuela, Brasil y decenas de naciones.

Estos acontecimientos se sucedían paralelamente al recrudecimiento de la invasión estadounidense y europea en Libia, Afganistán e Irak, donde por cierto, miles de inocentes han sido asesinadas.

La pregunta es: ¿Es la muerte de Troy Davis más importante que la de millones de seres humanos en el mundo?

No quiero decir que la vida de este afroamericano no haya sido importante, de hecho este hombre ha sido una de las tantas víctimas de esa guerra que inició el Imperio hace más de cincuenta años contra el mundo. Lo que es indignante de todo esto no es la noticia de la muerte de Davis, que igual es un asesinato amparado bajo las leyes de la "justicia" de los Estados Unidos, sino el hecho de que la humanidad condene este "homicidio legal" y se preocupe poco o nada por las masacres que día a día suceden en Medio Oriente, Haití y en África. A nadie parece importarle el hambre y la miseria de miles de pueblos que siendo "miembros" de la ONU, no tienen ni voz ni voto en las decisiones que toman los poderosos.

La mandataria del Brasil Dilma Russef le habló de igual a igual a la burocracia dorada pagada en dólares de la ONU, exigiéndole que su país sea un miembro activo del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, algo que ningún otro país del bloque denominado "emergente" se ha atrevido a pedir, y mucho menos en la boca de una mujer.

Este pedido no es más que la respuesta de un mundo pluripolar que está cambiando y que exige cambios estructurales en las políticas sociales. El mundo en parte aplaude la muerte de Davis por ser un asesino que mató a un "agente del orden" (de esos que hostigan, persiguen y matan a los inmigrantes ilegales), al mismo tiempo que parece aplaudir desde el palco, las matanzas perpetradas por las tropas de Estados Unidos y la OTAN sobre territorio libio. Así como el mundo calló la masacre de Ruanda en África y ha silenciado por décadas el saqueo de Haití.

El mundo parece estar de cabeza, pues la humanidad parece haber perdido la razón, el entendimiento, esa luz que irradió la Revolución Francesa de 1789. El mundo está de cabeza, porque se juzga a un hombre afroamericano por matar a un policía, mientras nadie hace nada por juzgar a los directivos del Fondo Monetario internacional que han llevado a esta crisis brutal en el mundo. A ninguno de estos banqueros los han enjuiciado y mucho menos les han declaro culpables de nada. 

El mundo está de cabeza porque le hemos dado el Premio Nobel de la Paz a un afroamericano, cuya historia es la misma de Troy Davis y de millones de afroamericanos que por siglos lucharon por la igualdad de derechos, con la única diferencia de que al parecer a este señor afroamericano llamado Hussein Barak Obama II, se le olvidó que por sus venas corre sangre keniana, irlandesa y musulmana; es decir tres regiones afectadas por la división, el intervencionismo y las desigualdades sociales.

Mientras los headlines del New York Times, de la BBC World, de la CNN International, de Le Monde Diplomatique y de El País dan un amplia cobertura a la muerte de Davis yo les dejo con la interrogante: ¿no creen que el mundo esté de cabeza?

miércoles, 8 de junio de 2011

La verdad sobre el Fujimosrismo

Aunque no es un trabajo mío, reproduzco estas imágenes enviadas por un hermano peruano. Contribuyo a difundir esto para que no perdamos la memoria.

 











































































 











sábado, 4 de junio de 2011

EL BICENTENARIO: ¿200 AÑOS DE QUÉ?









Entre el 2009 al 2011, varias de las naciones latinoamericanas hemos estado celebrando el tan trillado BICENTENARIO con desfiles militares, comparsas, presentaciones artísticas y discursos de uno y otro lado, pero mis preguntas son... ¿qué estamos celebrando? ¿Será que los ciudadanos estamos realmente concientes de qué celebramos? ¿Y la juventud? ¿Qué dice la juventud?

¿Qué ha pasado en 200 años? 

Hace 200 años gran parte de América Latina rompió las cadenas que la ataban a la Metrólpoli española, que durante trescientos años nos mantuvo bajo su yugo. La historia colonial representa una de las etapas más complejas de nuestra historia, en la cual se fueron consolidando las estructuras sociales y económicas que nos rigen hasta hoy. 

Primero, la explotación del hombre por el hombre evidenciada en el sometimiento de los pueblos originarios y luego, de los negros traídos como esclavos desde África.

Segundo, el maltrato y humillación al mestizo, quien era demasiado negro para ser blanco y muy blanco para ser indio o negro. 

Y tercero, la concentración del poder político y económico en manos de una minoría "blanca".

Cuando se dieron los primeros movimientos revolucionarios en América Latina, no es tan cierto que los pueblos se revelaron contra el sistema de opresión. Ese es un cuento de hadas que nos han relatado desde la escuela para hacernos creer que todos los latinoamericanos luchamos desde un inicio por nuestra libertad. 

 Mapa de las colonias españolas en América en el siglo XVIII.

Para entender mejor este proceso, debemos saber que a lo largo de dos siglos, entre el XVI y el XVII, todas las actividades productivas de América (minería, plantaciones de caña de azúcar, tabaco, producción textil, etc.) estuvieron bajo el control absoluto de España.   

En el siglo XVIII, luego de dos centurias de haber sido gobernados por la dinastía de los Habsburgo (de origen austriaco-alemán), entraron al poder los monarcas de la Casa de Borbón (de origen francés), los cuales impusieron una serie de medidas económicas conocidas como Reformas Borbónicas. Su idea era estimular la producción de manufacturas americanas y el desarrollo de nuevas tecnologías, con el objetivo de modernizar España. Mientras tanto en las colonias, también se trataba de hacer más eficiente la administración del Estado y promover su desarrollo económico, fiscal y comercial. Pero, en muchas regiones de nuestro continente, los "criollos" vieron en estas medidas, una seria amenaza a su poder. 

Esto desencadenó una crisis institucional sin precedentes y que le costó a España la posterior pérdida de sus posesiones de ultramar.  

Y para agravar más la situación, un chaparrito francés llamado Napoléon Bonaparte, decidió convertirse en el dueño absoluto del mundo; entonces se lanzó a la conquista de Europa y, a su paso por tierras ibéricas rumbo al puerto de Lisboa, decidió aprovechar la ocasión para conquistar tierras castellanas. El sucesor al trono español, Fernando VII fue obligado a abdicar y su corona entragada a "Pepe Botellas", hermano de Napoleón.
Si ya desde el reinado de Carlos III (1759-1788), la América española era más francesa que el pâté de foie gras, con la llegada de los Bonaparte, España tuvo que dejar de bailar seguidillas para empezar a bailar al son de la contredanse

Esta crisis interna desencadenó una honda preocupación en las élites americanas, por cuanto veían amenazados sus propios intereses. De inmediato se produjeron los primeros movimientos a través de la creación de las famosas "juntas" soberanas de gobierno. Chuquisaca (Alto Perú), Montevideo (Banda Oriental) y Quito (Real Audiencia de Quito) serán las primeras ciudades donde sus élites se revelaron, pero ojo, no contra España, sino contra la invasión francesa. 

Al ser los criollos, hijos de españoles nacidos en América y criados bajo un régimen monárquico, era imposible pensar que se revelaran contra una autoridad a la que ya estaban más que acostumbrados. Los primeros manifiestos son en pro de la restitución de la monarquía bajo el mandato de Fernando VII.  

Tal era la costumbre de vivir en monarquía que, por ejemplo Brasil, que estaba gobernado por Don Pedro I, hijo del Rey de Portugal Joao VI, declaró su independencia creando el primer Imperio del Brasil. Del mismo modo los mexicanos tuvieron a un emperador austriaco llamado Maximiliano I.

Pero entonces ¿en qué momento se pensó en la independencia?

Muchos de estos ilustrados habían estado en Francia, por lo tanto traían consigo las nuevas inquietudes que se fraguaban allá con respecto a la creación de una República, por otra parte, los ilustrados también recibieron la influencia de la masonería, una institución secreta muy antigua que busca la verdad a través de la razón y fomentar el desarrollo intelectual y moral del ser humano, además del progreso social. 

En medio de la difícil situación en la península, se organizaron unas cortes en la ciudad española de Cádiz, la cual fue sede de una especie de asamblea constituyente que buscaba la independencia de España y la consolidación de su soberanía. Sin embargo, en la Constitución de 1812, las colonias americanas tuvieron poca representación real y pocos beneficios, lo que fue incrementando el descontento y el desconcierto por parte de los criollos. 

 Cortes de Cádiz

Por otra parte, en el norte de América, 13 pequeñas colonias dependientes del Reino Unido localizadas en la costa Este de lo que hoy es Estados Unidos, lograron su autonomía en 1776 y, en 1804, otro pequeño territorio, pero esta vez ubicado en el Mar Caribe, logró su independencia de Francia. Su nombre: Haití, primera nación negra libre del mundo y que ha llegado al siglo XXI como la más pobre y miserable. 

Con todos estos vientos flotando en el aire y las ideas de alguno que otro criollo ilustrado como el Generalísimo Francisco de Miranda de Venezuela, se comenzó a pensar en la posiblidad de una independencia. 

En Quito, los criollos se reunieron en la navidad de 1808, planearon la creación de una Junta Soberana de Gobierno y consolidaron sus acciones en 1809. No obstante, los conflictos de intereses y la falta de apoyo, hicieron que este movimiento fracasara. Los rebeldes fueron encarcelados y cruelmente asesinados en una masacre sin precedentes en la historia ecuatoriana y de la cual la mayoría de los jóvenes de hoy, no tienen ni idea. 

Pienso que este hecho en particular, fue una de las pautas que hizo a los criollos del resto de colonias, decidirse a jugársela toda por la independencia.  

Entonces aparecieron insignes personajes como el hondureño Francisco Morazán (1792-1842), el venezolano Simón Bolívar (1783-1830), el argentino José de San Martín (1778-1850), el chileno Bernadro O' Higgins (1778-1842) o el uruguayo José Gervasio Artigas (1764-1850). Todos líderes indiscutibles de las guerras de independencia hispanoamericana que se desarrollaron entre 1811 a 1829. 


 Mapa de las independencias americanas entre 1779 a 1980.

A lo largo de este proceso, la realidad de nuestras naciones era muy compleja. Por un lado estaban los criollos que se debatían entre el destino incierto de una independencia o el retorno a un régimen en decadencia. 
Por otro lado, en cambio, estaban millones de mestizos, indígenas y negros para quienes las condiciones de vida eran muy precarias. 

Actualmente se debate en el seno de las academias de historia acerca de la real participación del pueblo en el proceso independentista americano. No obstante, si bien considero que  la hubo, debo señalar que a mi parecer, las motivaciones eran distintas. 

Mientras los criollos buscaban la consolidación de su poder político y económico, los indígenas, negros y mestizos tan solo buscaban que su situación mejore, que ya no exista más esclavitud y que de ese modo se les permita recobrar su dignidad. 

Entonces...¿qué pasó a raíz de la independencia?
No mucho en realidad, pues mientras los criollos se acomodaron, el resto de la población siguió viviendo como pudo. 

Las inequidades sociales no cambiaron, sólo los nombres de los problemas y de los actores. 

En la mayoría de naciones latinoamericanas, los presidentes no se eligieron por sufragio universal directo de hombres y mujeres, en algunos casos, hasta bien entrado el siglo XX. Así tenemos:

Uruguay
1918
Ecuador
1924
Venezuela
1947
Argentina
1949
Bolivia
1952
México
1953
Colombia
1957

Sus representantes eran elegidos por los diputados que casi siempre eran los representantes de los grupos de poder. Fue en ese largo período que se inició en 1830, cuando se fueron conformando las piezas de este rompecabezas que es ahora América Latina. 

La historia republicana de nuestro continente desde el Río Grande a Tierra del fuego, se debatió en el siglo XIX entre tres poderes políticos: los conservadores, la Iglesia Católica y los liberales. 

En medio de las confrontaciones políticas e ideológicas, la economía de las naciones se concentró en la minería, agricultura, ganadería y la producción de materias primas. La brecha social entre ricos y pobres no se cerró. Mas bien se abrió cada vez más. 
Procesos como la Revolución Liberal de Eloy Alfaro en Ecuador, llevada a cabo en 1895, no significó el fin de las desigualdades. Aunque se lograron reformas muy positivas como la educación laica tanto para hombres como para mujeres; la separación de la Iglesia del Estado y el impulso a la unidad nacional a través de la terminación del ferrocarril Quito-Guayaquil, a la final, el caudillo fue asesinado y el control de Estado quedó en manos de los mismos de siempre, solo que en lugar de ser meros señores feudales, se convirtieron en agro-exportadores y banqueros. 
En México se produjo la famosa Revolución de 1910, donde indígenas y campesinos hicieron oír su voz y se dio paso a una transformación del Estado. Sin embargo, ¿qué pasó?

Desde mediados del siglo XIX, las garras de un águila empezarían a asechar a las naciones latinoamericanas. Para lograr la independencia de España, la mayoría de países se endeudaron con Inglaterra, lo cual siginifcó que salieron de Guatemala para caer en guatepeor. 

Pero después de los británicos, entraron en escena los norteamericanos. En 1846 invadieron México con el propósito de apoderarse de los territorios de Texas (que se independizó de México en 1836), Nuevo México y California. 

Entre 1879-1883 se produjo la Guerra del Pacífico entre Bolivia, Chile y Perú, detrás de la cual se encontraban los intereses económicos de nortemaericanos y británicos. 

Luego vendría la Guerra Hispano-cubano-americana que logró sellar la independencia de Cuba, Puerto Rico y las Filipinas en 1898. Ese fue el inicio de un intervencionismo más: el de Estados Unidos sobre América Latina y del que no podemos salir hasta ahora. 

Ahí está parte de la respuesta a la interrogante: ¿qué ha pasado en América Latina en estos últimos 200 años?

La verdad es que ha sido difícil, pues en cada proceso histórico acaecido a lo largo de dos centurias, los pueblos han luchado por reivindicarse, por tener una vida digna, más justa, porque se acabe la injusticia, pero al parecer la mala suerte nos ha acompañado, porque cada vez que los latinoamericanos hemos querido surgir, algo grande viene y nos aplasta. 
Hemos llegado al siglo XXI con profundas heridas, huellas indelebles de 200 años de  una historia inacabada que nos motiva a estudiarla, repensarla, analizarla. El BICENTENARIO no debería ser tan sólo el pretexto para dar discursos bonitos, ni para organizar desfiles pomposos. Es una fecha que debe invitarnos al debate y a la reflexión.